miércoles, 31 de marzo de 2010

¿Apretar o aflojar?

Ayer jugué una partida de ajedrez con mi sobrino de nueve años y me ganó, jeje. Normalmente suelo ganar yo -qué voy a decir- pero "a veces" me empata o incluso gana alguna. Sabater es de la otra opinión y siempre "aprieta". Yo a veces "aflojo". Y digo "a veces", no "siempre".
Me he fijado que muchos hijos o parientes de fuertes jugadores no prosiguen con el ajedrez y pienso que quizá se deba a que sus parientes "buenos" apretaron desde el comienzo a sus pupilos y estos dejaron el ajedrez por considerar que era tarea imposible derrotar a sus mayores.
En todo jugador de ajedrez suele haber un "complejo de Edipo" superado en el que el jugador, como el héroe griego, aniquila a su progenitor/pariente para encontrar su puesto en el nuevo orden orden de cosas. Carlsen o Fischer machacaron a sus hermanas, por ejemplo.
¿Qué opináis? ¿Apretar (para que sepan lo que hay) o aflojar (como engaño temporal para que progresen y descubran la cruda realidad, poco a poco)?

14 comentarios:

Pablo Miños dijo...

Aplicar una estrategia única en todos los casos no parece una buena política. Seguramente habría que adoptar un tipo de comportamiento dependiendo de los diferentes perfiles psicológicos de los chavales. En general, sin embargo, opino que no hay que aflojar, sinó que hay que darlo todo. Igual que cuando juegas con un niño en un torneo: hay que intentar machacarlo igual que a una persona mayor. Si a un niño (y, en general, a cualquiera) no le estimulan más las derrotas que las victorias quizá no posea el suficiente espíritu de competitividad para jugar bien al ajedrez. Y esa virtud no creo que sea enseñable.
En cuanto al psicoanálisis haría una puntualización. Que yo sepa, el complejo de Edipo, tal como lo definió Freud, consiste en matar metafóricamente al padre. Sólo al padre, no a otro tipo de pariente. Cuando por ausencia del padre, otra persona adopta el rol del progenitor no está del todo claro si habría un complejo de Edipo (sobre todo si se trata de una figura femenina), habría que ver caso por caso. Tal vez sea posible en el caso de Fischer pero no, desde luego, en el de Carlsen.

Fran dijo...

Hola,

soy Paco, y yo con mi hija prefiero aflojar y enseñarle como me puede ganar una posicion, y al final dejo que la gane. Por una parte tambien creo que perdiendo siempre se aburriria y tambien lo bueno es que siempre que le pido tablas me dice que no :)) , y la aparto de seres/entes tabliferos (jejeje, no miro a nadie).

Mi padre cuando me enseñaba y tenia la posicion ganada me cambiaba los colores y me hacia acabar de ganarla a mi, tambien creo que es una buena tecnica.

Saludos !

Anónimo dijo...

Has de dejarte ganar, sino se aburren. Tampoco todas.
saludos
A.Hinarejos

Jordi Sabater dijo...

A ver yo no dije exactamente eso. Depende de la edad y madurez del niño. Yo he cuidado muchísimo de mis sobrinos y creo que han crecido bien. Me he dejado ganar encantado cuando tenian 5 años por ejemplo, ahora bien cuando ya tienen 9-10 ya es época de "apretar" un poquito porque de lo contrario seria ser deshonesto con ellos en un juego tan noble como el ajedrez. Y eso no está bien. Hay que pensar en la educación del crio/a. Si juego mal expresamente estoy faltando a la verdad e incluso con los adultos hay variantes que me niego a jugar. Creo que la clave es combinar el cuidado de la autoestima (victorias del niño para animarlo)con la valoración de que las cosas cuestan un esfuerzo (algo más adulto), adaptado claro está a la edad y desarrollo de cada individuo. Espero haber ayudado un poco con el tema.

Unknown dijo...

Lógicamente yo me refiero a niños que no están federados y aún no son muy maduros. Siempre me ha dado la sensación de que los hijos de jugadores ilustres no repiten hobby porque la presencia todopoderosa de su progenitor les ahoga. En cambio, los chavales con padres que mueven fichas y poco más a nivel 1700 son los que yo veo prosperar. Elemplos tengo un montón aunque no sé hasta qué punto es generalizable.
Una educación "espartana" a base de machacarlo sistemáticamente no creo yo que resulte. Habría que preguntar a gente como Fluvià padre (Tordera) o Tarragó padre (St. Adrià) cómo lo hicieron para que sus hijos superaran su nivel, que ya era muy respetable.
Carlsen, a diferencia de Fischer o Kasparov, tiene un padre que ejerce como tal. Puse lo de su hermana porque recientemente él lo comentó en una entrevista y, curiosamente, señaló que su hermana tras la derrota estuvo un año o más sin jugar. Al padre, doy por supuesto que lo machaca desde hace muchos años.
La mayoría de hijos de jugadores de 2000 o más luego no suelen alcanzar un nivel similar al del padre pese a que oportunidades no les faltan, un padre que les enseña, libros en casa, se les federa, se les apunta a escolares, clases... pero la gran mayoría lo deja o se queda en un humilde nivel de 1700/1800. Algo debe haber en ello...

Fran dijo...

Hola,

yo creo que hay que diferenciar los temas:

1 - Aprender a jugar a ajedrez, me conformo con que le guste y vaya aprendiendo, un machaque sistematico (por muy honesto que fuese) acabaria por hacerle aborrecer el juego y si jugara a mi nivel y estilo con Laura pareceria un comecome y no creo que le hiciese gracia :)
Todos sabemos lo mal que se pasa cuando en un torneo llevas 1 de 5 o peor... para un niño estos temas hay que cuidarlos mucho (creo)
2 - Aprender a ganar/perder; a ganar y perder le enseño en muchas actividades: ajedrez, damas, consola, futbol, baloncesto, etc, etc. Creo que es algo muy importante y hay que hacerlo gradualmente para compaginar la frustracion con la autoestima.

3 - Competir, creo que viene en el caracter, la personalidad... no se si es algo que se pueda enseñar

Saludos !

Anónimo dijo...

Según algunos comentarios (por ejemplo Pablo) hay q machacar, yo creo q se ha de ir paso a paso, es inviable machacar a un un niño con ecuaciones, algoritmos... por citar algo, el ajedrez no es diferente si no se empieza "sumando y restando" nunca se llegará a nada.
Saludos
A.Hinarejos

Pablo Miños dijo...

Catulo, habría que hacer un estudio muy concienzudo para establecer una relación inequívoca entre esos factores que comentas. Por ejemplo, ¿cuántos casos son esa mayoría que comentas?; ¿acaso la mayoría de hijos de jugadores flojos siguen siempre jugando y alcanzan un gran nivel?

A mí lo que me parece es que los niños pequeños son muy volubles y muchos dejan de jugar, independientemente de si ganan a su padre o no, de si tienen o no entrenador, de si van o no a clases de ajedrez, etc. Todos esos condicionantes pueden ser tan favorecedores como contraproducentes porque todo niño, en algún momento, se enfrenta al dilema de ser como el padre o la madre, o ser exactamente lo contrario. Y lo que motiva su resolución no suele tener mucho que ver con el elo (en caso de ajedrecistas) o con unas dotes fantásticas para la música, etc.

A mí me enseñó mi padrastro (jugador mediocre) a los 8 años y el tema no me interesó. A los 11 tuve una primera fiebre y no paré hasta ganarle, con 12 años. Luego me aburrí de ganar y dejé de jugar. A los 16 tuve otra fiebre y no paré de jugar hasta ganar, esta vez, a mi padre (que jugó en primera argentina y entabló en simultáneas con Najdorf). Me ocurrió lo mismo y lo dejé. Volví a jugar 30 años después. Me consta que ninguno de los dos se dejó ganar jamás. Nunca me apuntaron a clases ni tuve entrenador. Las enseñanzas directas que recibí de mis padres fueron mínimas (mates sencillos y principios estratégicos básicos). Yo no veo que en mi caso haya manera alguna de establecer una relación como la que comentas.

Luego está lo de aburrirse. El problema con el aburrimiento es que no tiene un objeto definido y tan posible es aburrirse de ganar como de perder, así que no me parece que sea un buen argumento para no jugar a ganar con un niño. Lo que sí influye es la forma en que se haga. En ese sentido me parece valioso advertir de amenazas y explicar los movimientos durante o después de la partida. Además, una cosa es entrenar a un hijo y otra bien distinta jugar un día con un sobrino. ¿De qué estamos hablando?

Fran dijo...

Hola Jordi,

no entiendo lo de las variantes que te niegas a jugar, lo amplias porfa !


Saludos

Unknown dijo...

Los casos en los que me baso deben ser un par de centenares de jugadores que conozco desde hace años y de los cuales sé más o menos si su padre ya jugaba o no, o si sus hijos juegan o no. La secuencia padre buen jugador, hijo buen jugador escasea mucho, la verdad. Una afirmación en serio sobre el tema requiere un estudio bien hecho, lo reconozco, pero como no me preocupa tanto el tema no lo haré. Si me becan quizá sí, jeje... En cualquier caso, prefiero aventurarme y generalizar a no formular ningún tipo de explicación y atribuirlo al azar (!).
La faceta de entrenador ya la conozco porque estuve varios años haciendo de monitor y allí apretaba porque los niños ya estaban enrolados y el monitor debe hacerse respetar y demostrar por qué da él las clases.
Pero como familiar de niño que simplemente mueve piezas pienso que al principio es mejor lanzar un buen anzuelo especialmente si el niño no puede jugar con rivales asequibles. Otra teoría mía de estas caseras dice que los que jugamos lo hacemos porque en nuestros inicios tuvimos éxitos iniciales, sean con el padre, los amigos infantiles, hermanos... Es como si la vanidad o la necesidad de recibir nuevas dosis de la satisfacción post-victoria nos impulsaran a seguir jugando y mejorar. Como veo que vas bien de psicología, Pablo, me remito a la cámara de Skinner. Si incentivamos una acción con premios, estimulamos esa acción. Si no se obtiene premio, se dejar de realizar esa acción.
Ya ves que me refiero a los compases iniciales del niño y no tanto a su progresión como escolar federado.

Jordi Sabater dijo...

Hola Fran me explico. A veces cuando estás perdido pones "cañas" a ver si pican. Hasta ahí legítimo, pero hay algunas de ellas que son tan descaradas que las considero casi una ofensa al rival y nunca las hago. Eso era, tengo un baremo personal.

Pablo Miños dijo...

Nunca he sido muy amigo del conductismo, pero no voy a argumentar aquí el porqué: creo que disquisiciones sobre historia de la psicología nos llevarían por los cerros de Úbeda y no es plan.

Yo no he dicho exactamente que haya que machacar a los niños por sistema, como alguien dice que he dicho. Lo que dije es que hay muchos factores a tener en cuenta y en general me parece más honesto jugar como uno sabe que perder a propósito. Admito que lo que significa "en general" es un tanto oscuro pero el lenguaje es así.

Repito lo que he creído insinuar: es una cuestión delicada donde hay que valorar cantidad de factores: qué relación se tiene con el niño en cuestión (puede ser un hijo o un desconocido pasando por toda la gama de grados de parentesco o de amistad); qué trascendencia tiene la partida o partidas que se jueguen con ese niño; qué se pretende (enseñar, pasar un buen rato, entrenar, etc.); ...

Escaquejant dijo...

Jo crec que en partides de costellada cal afluixar. Hi ha d'haver una alternança entre èxits i victòries.
I, fins i tot, el nen pot saber que no has jugat al màxim.

Curiosament, sovint he fet el que diu el Fran: proposar el canvi de colors a mitja partida. Sobretot quan el nen no veu plans per seguir, per demostra-li que n'hi ha.

Una altra cosa és si deixar tirar enrere, o si comentar idees durant la partida. Crec que ambdues pràctiques són positives, suposo que depèn del nivell nen...

També estic d'acord que cada cas és un món.

Fins aviat,
Ramon

Unknown dijo...

Yo creo que cada niño es un mundo así que no me atrevería a generalizar y decir que la mejor estrategia a seguir es esta o esta otra.

Mi padre es jugador aficionado, nunca ha competido, y cuando éramos pequeños sí que jugábamos partidas con él. También jugábamos entre nosotros y cachondeo había, pero dejarse por el hecho de dejarse, no. Ese rol de parientes mayores y experimentados lo ejercimos luego con Marcos, que pasó de palmar con todos sin lucha a oponer más resistencia y finalmente a pegarnos palizones.

Para mí ganar a mis hermanos mayores era una motivación, si de pequeña se hubieran dejado perder conmigo en lugar de pegarme pastores y otros mates de principiante creo que habría pasado de ellos y me habría puesto a jugar a otra cosa.

Lo de que de padre "fuerte" no suelen salir hijos fuertes también lo he visto, pero en los casos que conozco en los que el padre se ha preocupado de que su hijo juegue bien, en mi opinión se lo ha montado fatal en plan "ya le doy clase yo" o el niño está hinchado a teoría pero realmente no sabe jugar al ajedrez.