lunes, 22 de junio de 2009

¡Ojo con los retrasos!

Alerta porque a partir del 1 de julio entrarán en vigor las nuevas leyes de la FIDE y eso implica, entre otras cosas, que tenemos que estar presentes cuando se dé el pistoletazo de salida en una ronda. De nada servirá decir que estábamos aparcando, o estar en el WC con la planilla rellenada y el boli en la mesa... Tendremos que estar sentaditos en el tablero cuando los relojes sean puestos en marcha.
En algunos casos, habrá cierta tolerancia (15 minutos en ciertos torneos oficiales) pero variará en función de lo que digan las bases. Eso significa que tendremos que leérnoslas cuidadosamente y ser puntuales. En caso de no mencionar nada, tendrá que aplicarse tolerancia cero y ya sabemos que la moda entre los árbitros catalanes es ser soberanamente estrictos.
Vivimos tiempos aciagos y oscuros. El ajedrez de antaño, cafetero y calmoso, vive sus últimos estertores mientras nace una nueva criatura: el ajedrez deporte, limpio y cristalino, escolar, sin humo en la sala. Lógicamente exagero hasta el delirio pero cierto es que nuestras autoridades federativas se esfuerzan en asemejarnos cada vez más a un "deporte" serio. "¿Dónde se ha visto que en un partido de fútbol lleguen las autoridades y falten varios futbolistas?" dicen.
Es posible que tengan razón. Que esto dé mejor imagen del ajedrez, que así vengan los políticos a hacerse la foto y lluevan millones en forma de patrocinio. Pero pienso yo que en una "actividad" (y no "deporte") que requiere esfuerzo intelectual por parte del público nunca podremos aspirar a ser un deporte de masas. Los fans del fútbol suelen ser panzudos cerveceros que no tocan un balón desde su adolescencia pero siguen con fervor el más mínimo entrenamiento de su equipo. "Fulanito se lesionó en el entrenamiento" dicen, "tiene el abductor derecho muy sobrecargado". Es fascinante ver la cara de asco de los jugadores cuando se les acerca uno de esos hooligans de suburbio a pedirles un autógrafo. Pero en ajedrez esto no sucede (tanto). Si no sabes un poco de ajedrez, solamente alcanzas a ver dos tipos sentados en su silla, normalmente feos.
Tenemos que buscar nuestro propio espacio y reivindicarnos como lo que nos ha dado fama: un juego de elite, de cerebritos. Es mentira, ya lo sé, pero vende.