Puede parecer extraño, inverosímil, pero en ocasiones el ajedrez ha sido concebido como un arma de seducción. No es que jugar al ajedrez asegure el éxito sentimental. Más bien, resulta que el porcentaje de "solteros" entre nuestras filas -los ajedrecistas- diría que es mayor incluso que el porcentaje solteril entre la población no ajedrecista, pero sí que circulan historias en las que el ajedrez es utilizado como instrumento de seducción.
Un ejemplo de la erótica del ajedrez lo encontramos en el célebre libertino Giacomo Casanova que, con la excusa de jugar al ajedrez con una bella damisela, acabó "conquistándola". Lo divertido del caso es que no lo logró por su nivel ajedrecístico ya que la dama le miniaturizaba continuamente sinó más bien por sus dotes como seductor. Eso sí, la historia es muy novelesca -picaresca diría yo- y posiblemente adorna mucho el episodio con aderezos de ficción.
El caso es que en otras épocas el ajedrez era una excusa genial para intimar con una dama y visitar su alcoba. Ya se sabe que el ajedrez requiere concentración y eso solamente se consigue en la intimidad... Supongo que los tiempos han cambiado y que ahora resulta tan sencillo acercase a una mujer que el ajedrez supone más bien un estorbo. Los tiempos cambian.
Un ejemplo de la erótica del ajedrez lo encontramos en el célebre libertino Giacomo Casanova que, con la excusa de jugar al ajedrez con una bella damisela, acabó "conquistándola". Lo divertido del caso es que no lo logró por su nivel ajedrecístico ya que la dama le miniaturizaba continuamente sinó más bien por sus dotes como seductor. Eso sí, la historia es muy novelesca -picaresca diría yo- y posiblemente adorna mucho el episodio con aderezos de ficción.
El caso es que en otras épocas el ajedrez era una excusa genial para intimar con una dama y visitar su alcoba. Ya se sabe que el ajedrez requiere concentración y eso solamente se consigue en la intimidad... Supongo que los tiempos han cambiado y que ahora resulta tan sencillo acercase a una mujer que el ajedrez supone más bien un estorbo. Los tiempos cambian.
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