Aquí tenéis el regalo navideño que me han hecho este año. Un costurero del s. XIX con tablero incorporado en su parte superior. El chapado es de caoba -por eso es ligeramente rojizo-. Tiene dos cajones con llave y en el de más arriba hay un pequeño compartimento para guardar las piezas.
La segunda foto muestra cómo queda con un juego de piezas de su medida. Las piezas ya las tenía y son de fabricación artesanal marroquí. Al tratarse de un país islámico, si ampliáis las fotos, podréis comprobar que los reyes no tienen cruz cristiana sobre su cabeza sinó una peineta. En la tienda de los Encantes viejos donde la compré -después de seis meses de seguir su pista, ya en verano- me dijeron que era de estilo isabelino y que su datación debía oscilar entre 1850 y 1880. Con independencia de que sea así o no es evidente que tiene muuuuuchos años y que se conserva muy bien. Lo primero que pensé al verla fue "¡es de la época de Andersen y Morphy!". No costó mucho y os aseguro que cualquier persona normal que ahorre un poquito cada mes puede permitirse caprichos así. Supongo que no todos lo verán del mismo modo pero para mi el ajedrez no solamente es jugar sinó interesarme por todo lo relacionado con este apasionante juego...
Luego tuvo lugar la entrega de premios de todos los sociales, los circuitos de rápidas y sociales, los cerrados... Vamos, una orgía de trofeos y aplausos. Recuerdo que en el Social de Semis, ganó Òscar Ruiz, en el de lentas yo mismo, en el de rápidas Diego Sánchez. El circuito de rápidas lo ganó, como no, Beto Moreno -seguido de Sabater y Javier Ríos-.
El circuito de Sociales lo ganó Luis Sánchez, arriba con jamón en mano junto a su sobrino Éric. En cuanto a los cerrados, hay que destacar el triunfo del peruano Muñoz Pantoja en el del MI con 7 puntos y que el MF Santiago Beltrán logró su tercera y definitiva norma de Maestro Internacional. En cuanto al cerrado de MC hay que destacar el triunfo y la norma de Sergio Alonso, la norma de Èrik Martínez y el buen torneo de Èric Sánchez.
Luego algunos nos fuimos a un japonés a celebrar tanto trofeo -que por cierto, el copón del Social de lentas era demasiado grande y no me cabe en las estanterías- y tras una buenas risas nos fuimos a dormir... que ya tocaba. En la foto tenéis a Andrés Hinarejos con su mujer, Edith.
Aquí estoy. Saboreando el queso viejo que me dieron en el torneo de Fiesta Mayor de Palafolls. ¡Qué bueno está! Ahora entiendo por qué razón los ajedrecistas tendemos al sobrepeso. La verdad es que los premios comestibles son un gran invento: proporcionan un placer inconmensurable y con el tiempo dejan de ocupar espacio en casa. Algún día también me tiene que caer un jamón colonero -¿o dos? porque en eso no hay consenso...XD- así que mi NO DIETA está asegurada. Además, se aproxima el picapica de la entrega de premios de los sociales, circuitos y cerrados en Sant Martí...
