Hace un par de días la hermosa -según algunos- Alexandra Kosteniuk logró el XIV título mundial femenino de la FIDE ante una chinita de catorce años, Hou Yifan, en una fase final a cuatro partidas lentas. La verdad es que todo ello nos debería llevar a un par de reflexiones.
La primera, que el ajedrez se está convirtiendo en un deporte de niños y cada vez con menos espacio para la gente adulta (Pia Cramling aparte). ¿La segunda mejor jugadora del mundo tiene 14 años? Seguro que el formato a eliminatorias con desempates a ritmos más rápidos la ha beneficiado pero está claro que algo está sucediendo en el ajedrez. Sinceramente a mi me está empezando a recordar las competiciones de gimnásia donde cualquier chavala de 20 años ya es considerada una vieja y se la retira porque sus piruetas huelen a naftalina. No hay más que ver la lista de los cien mejores jugadores del mundo para comprobar que el club de la elite se está rejuveneciendo o, incluso, la lista del Sant Martí A (je, je) para ver que los jóvenes no son el futuro sino también el presente. Gente como los hermanos Éric y Marc Sánchez, Dani Porras (éste algo más granadito pues ya se afeita) o el emergente Javier Carmona ya son todo un peligro para cualquiera. Marc, consolidado en el A, Éric y Dani, acechando a los últimos tableros del primer equipo, y Javier, quedando segundo en el grupo B del Open Internacional Sant Martí...
La segunda reflexión que hago es que el formato actual del torneo mundial con eliminatorias a dos o cuatro partidas lentas es bastante aleatorio y permite que jugadorazas como la hindú Humpy Koneru queden en la cuneta por un triste un desempate a rápidas. Como una liguilla, nada de nada, ¿verdad?
Algo sí es seguro, se avecina un nuevo torrente publicitario con la Kosteniuk como protagonista. A ver cuánto tarda la rusa en publicar "Así llegué a ser campeona mundial" o algún recopilatorio con sus mejores fotos en bikini.
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