En el círculo ajedrecístico no estaban para bromas. Durante los últimos meses se había producido una serie de extrañas desapariciones de piezas, concretamente, de alfiles blancos. El sufrido presidente y su junta estaban convencidos de que algún graciosillo se había estado dedicando a hurtar esas piezas cuando nadie miraba, obligándoles a reponer luego el juego completo.
El asunto no solamente suponía un coste económico para el club sino que además constituía un agravio a la entidad y a todos sus respetables miembros. Por todo ello, tramaron una estratagema para atrapar al villano ladrón que los tenía en jaque.
Contrataron los servicios de un detective privado que con empeño fue equipando el local con una variada colección de cámaras ocultas. Con semejante despliegue de seguridad no tardaron en hallar al culpable. Las imágenes, sorprendentes e inesperadas, mostraban a la entrañable Dorothy, la hija del presidente, agarrando un alfil y ocultándolo suavemente entre nalga y nalga.
4 comentarios:
Podría haber probado con las torres también...
Digamos que son menos aerodinámicas.
Que clase tenéis para comentar las cerdadas, je, je. Ya de paso que robe todo el juego entero. Los peones estimulantes y la cruz del Rey dan mucho más juego y con menos mecanismos.
Pobre Dorothy, tú la quieres llevar al hospital!
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