El otro día fuimos unos cuantos a un restaurante japonés -tras una junta de club, pero cada uno se pagó lo suyo, ¿eh?- y alguien urdió una broma sibilina: indicar a los propietarios del local que ese mismo día era el cumpleaños de Ricard Llerins. Por la megafonía sonó el Cumpleaños Feliz -¿versión del grupo Parchís?- y trajeron un pastelito con nata a Ricard, que tuvo que comérselo, aunque la verdad es que el santmartinense no tuvo que hacer un gran esfuerzo para engullirlo pues lo dulce es una de sus pasiones secretas. Además le obsequiaron con un botellín azul de sake muy bonito que Ricard se llevó a casa sin rechistar.
Total, que un pajarito me contó que en cierta ocasión -hace años- se fingió que era la despedida de soltero de Aranda y, mira por dónde, había allí mismo una despedida de soltera con un montón de chicas -en oposición al montón de chicos santmartinenses-. Cuando las chicas fueron informadas de que el apuesto y lozano Aranda se casaba, formaron una larguíiiiiisima cola en fila india y empezaron a besarle una por una...
3 comentarios:
Así así, sacando trapillos sucios, jeje. No se yo si será producente ...
¡Qué bueno! Yo también quiero dos cumpleaños y muchas despedidas de esas.
Y espera a que descubra algo sobre ti, Pablo! De Jordi ya sé trapillos sucios, jeje pero no me arriesgo a salir en uno de sus cuentos...
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