Un pajarito (Josep Navinés, del Colón) me ha contado que encontró una vez, hace muuuuchos años, a un niño de siete u ocho años de edad llorando a moco tendido en un rinconcito de un torneo escolar. Ese niño era José Aranda. ¿Por qué lloraba? Pues resulta que el chico, jugando su partida, se había dejado un caballo y el niño juzgaba que aquello era demasiado fuerte.
A partir de esa experiencia -que ya demuestra que Aranda se toma desde siempre muy en serio esto de mover las piezas-, José endureció su juego y, tras ser durante veinte años el número uno del Sant Martí, es hoy un solvente Maestro Fide.
Una buena anécdota para contar a los niños desconsolados...
A partir de esa experiencia -que ya demuestra que Aranda se toma desde siempre muy en serio esto de mover las piezas-, José endureció su juego y, tras ser durante veinte años el número uno del Sant Martí, es hoy un solvente Maestro Fide.
Una buena anécdota para contar a los niños desconsolados...
3 comentarios:
Gracias una anécdota para dar apoyo a los pókemons.
Hola¡
Pues yo pensaba que Aranda había empezado a jugar a los 13 años. Sé que había jugado juveniles, pero escolares nunca lo había oído.
Ll.
Jugando conmigo también lloró... de la risa que le dio.
coño!, me ha salido un rodolí.
Repi.
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