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Anand retiene el título, jugando en el país del aspirante -Bulgaria- y con negras. A nadie se le escapa que con Kasparov en activo otro gallo hubiera cantado pero es un título muy merecido para un jugador que siempre ha demostrado ser muy deportivo y que proyecta una imagen muy sana del ajedrez.
El tiempo va colocando a cada uno donde se merece y Anand, junto a Kramnik, ha demostrado durante muchos años que es un digno sucesor del ogro de Bakú, el temible Gary. De todos los satélites que han girado en torno al sol kasparóvico, Ivanchuk y Topalov quizás hubieran merecido algo más pero ya se sabe que hay muchos Keres por el mundo, y no sólo en ajedrez.
Anand debe disfrutar ahora del presente, porque el futuro... es noruego.
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