De acuerdo con la sentencia fischeriana "la vida es el ajedrez", se me ha ocurrido que si aplicamos lo que algunos filósofos han dicho sobre la vida al ajedrez pueden salir resultados cuanto menos sorprendentes.
Martin Heidegger, filósofo existencialista alemán, sostenía en su famoso Sein und zeit (Ser y tiempo) que somos un ser-en-el-mundo (sein-in-der-welt) o sea, algo así como una pieza arrojada al tablero de la vida. Sostenía el filósofo alemán que la mayoría de nosotros llevamos una existencia inauténtica (superficial) al centrarnos en los entes (aquellas cosas que existen, las substancias) y no en el ser (el hecho mismo de existir).
Nuestra existencia, qué curioso, como una partida de ajedrez, está marcada por la temporalidad; del mismo modo que tiene un inicio, acabará abruptamente algún día. Fijáos que una partida solamente tiene sentido con el reloj en marcha, recordad esa amarga experiencia que hemos tenido todos alguna vez al jugar una partida sin tiempo que nuestro rival, usualmente no federado, eternizaba hasta el delirio. Si en lugar de tiempo, hablamos de tiempos, el ajedrez es también lineal en el sentido de que es una secuencia de jugadas que tiene comienzo y final. La única diferencia quizá estribaría en el carácter dialéctico del juego, no en el sentido hegeliano del término sino en un sentido más bien heraclíteo, alternancia, lucha de contrarios que alternan sucesivamente su predominio como las mareas o el binomio día y noche.
Incluso cuando Heidegger analiza el ser y dictamina que hay un ser ante los ojos (substancia apercibida, examinada) y un ser en la mano (substancia utilizada, no examinada) vemos que en ajedrez dividimos claramente entre pieza tocada (y obligada a jugar pues ha pasado ya el momento de la reflexión) y pieza no tocada, por tanto susceptible de seguir siendo contemplada y reflexionada.
Quizá el bigotudo Nietzsche tenga razón y solamente el loco, Zaratustra, esté en posesión de la verdad. Quizá Fischer estuviera en lo cierto y el ajedrez sea la vida o, más radicalmente, la vida sea el ajedrez.
Nuestra existencia, qué curioso, como una partida de ajedrez, está marcada por la temporalidad; del mismo modo que tiene un inicio, acabará abruptamente algún día. Fijáos que una partida solamente tiene sentido con el reloj en marcha, recordad esa amarga experiencia que hemos tenido todos alguna vez al jugar una partida sin tiempo que nuestro rival, usualmente no federado, eternizaba hasta el delirio. Si en lugar de tiempo, hablamos de tiempos, el ajedrez es también lineal en el sentido de que es una secuencia de jugadas que tiene comienzo y final. La única diferencia quizá estribaría en el carácter dialéctico del juego, no en el sentido hegeliano del término sino en un sentido más bien heraclíteo, alternancia, lucha de contrarios que alternan sucesivamente su predominio como las mareas o el binomio día y noche.
Incluso cuando Heidegger analiza el ser y dictamina que hay un ser ante los ojos (substancia apercibida, examinada) y un ser en la mano (substancia utilizada, no examinada) vemos que en ajedrez dividimos claramente entre pieza tocada (y obligada a jugar pues ha pasado ya el momento de la reflexión) y pieza no tocada, por tanto susceptible de seguir siendo contemplada y reflexionada.
Quizá el bigotudo Nietzsche tenga razón y solamente el loco, Zaratustra, esté en posesión de la verdad. Quizá Fischer estuviera en lo cierto y el ajedrez sea la vida o, más radicalmente, la vida sea el ajedrez.
8 comentarios:
La vida es todo, incluso el ajedrez, que también es parte de la vida para quien le gusta.
A.Hinarejos
Andres,ya te podrian haber acercado la camara.Que apenas se te ve
Supongo que te refieres a la foto del perfil
Gracias Catulo tu gran post me ha dado una gran idea sobre filósofos, pensadores y demás que, con el "diferente" estilo de mi blog, je, je, preparaos, plasmaré bien pronto. Gracias, gracias...
Claramente Nietzsche tenia razón, como siempre por otro lado...
Jordi, a veces me asustas...
Interesante tu reflexión. Creo que Fischer dijo "El ajedrez es la vida", y no al revés. En cuanto a la finitud de nuestra vida y de toda partida de ajedrez, puesto que las jugadas son irreversibles, también debe serlo el tiempo de reflexión, de ahí mi opinión de que no tiene sentido "inyectar" tiempo artificial, después de cada jugada: el tiempo es el que es y no más. Curiosamente, Fischer también tenía su Zaratustra, pues llegó a decir: "Todos estamos locos, pero unos lo ocultan mejor que otros." Saludos, Catulo.
Pensándolo bien, que Fischer diga que "el ajedrez es la vida" y no "la vida es el ajedrez" parece lógico porque el norteamericano hablaba del ajedrez más que de la vida...
Interante aporte el de los bonus de tiempo, Antonio. En la vida, con nuestras jugadas, también ganamos algo de tiempo (no siempre). Todo depende de la visión que tengamos de ésta. Si es determinista, pensaremos que nuestro tiempo es el que es pero, si aceptamos un resquicio de libertad (de elección) en nuestras vidas, entonces pensaremos que nuestras elecciones (jugadas) pueden hacernos ganar "algo" de tiempo. Lo que no me cuadraría es que una jugada mala procure el mismo tiempo extra que una buena, aunque no los mismos "tiempos" porque nos aboca a una posición perdida con la parada del reloj que esto supone.
Sobre ajedrez y locura mucho se ha (has) escrito, jeje. Supongo que los ajedrecistas tendemos al exceso.
Publicar un comentario