1984 es una mítica novela de George Orwell que nos cuenta una escalofriante distopía en la que los dirigentes de la sociedad, los miembros del Partido Interior, han llegado a narcotizar completamente a la población. Para lograrlo, no han escatimado medios: un férreo control televisivo -que inspiró en la TV el famoso "experimento sociológico" de Gran Hermano-, un empobrecimiento progresivo del lenguaje y del pensamiento a través de de la Neolengua -para hacernos más tontos cada día que pasa-, una represión sexual total -que nos impulse a lo público y no a lo privado-, una reprogramación total de las mentes de los individuos -para hacerlos más dóciles-...
En esta novela, casi al final, se nos ofrece una interesante reflexión sobre los problemas de ajedrez:
Estudió el problema de ajedrez y colocó las piezas. Era un final ingenioso. "Juegan las blancas y dan mate en dos jugadas". Winston miró el retrato del Gran Hermano. Las blancas siempre ganan, pensó con un confuso misticismo. Siempre, sin excepción; está dispuesto así. En ningún problema de ajedrez, desde el principio del mundo, han ganado las negras ninguna vez. ¿Acaso no simbolizan las blancas el invariable triunfo del Bien sobre el Mal? El enorme rostro miraba a Winston con su poderosa calma. Las blancas siempre ganan.
Quien haya leído la obra hasta el final sabrá que el texto no es casual, ni accesorio. Es toda una praeteritio, una anticipación de lo que va a suceder poco después, al final de la novela. El quid de la cuestión será si Winston logrará mantener su libertad de pensamiento frente al lavado de cerebro que el líder supremo, el Gran Hermano, ha planeado para todos nosotros. El Bien y el Mal se enfrentan pero es una batalla desigual. En Orwell, las blancas siempre ganan.
En esta novela, casi al final, se nos ofrece una interesante reflexión sobre los problemas de ajedrez:
Estudió el problema de ajedrez y colocó las piezas. Era un final ingenioso. "Juegan las blancas y dan mate en dos jugadas". Winston miró el retrato del Gran Hermano. Las blancas siempre ganan, pensó con un confuso misticismo. Siempre, sin excepción; está dispuesto así. En ningún problema de ajedrez, desde el principio del mundo, han ganado las negras ninguna vez. ¿Acaso no simbolizan las blancas el invariable triunfo del Bien sobre el Mal? El enorme rostro miraba a Winston con su poderosa calma. Las blancas siempre ganan.
Quien haya leído la obra hasta el final sabrá que el texto no es casual, ni accesorio. Es toda una praeteritio, una anticipación de lo que va a suceder poco después, al final de la novela. El quid de la cuestión será si Winston logrará mantener su libertad de pensamiento frente al lavado de cerebro que el líder supremo, el Gran Hermano, ha planeado para todos nosotros. El Bien y el Mal se enfrentan pero es una batalla desigual. En Orwell, las blancas siempre ganan.
1 comentario:
De esto hay una versión en cine
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