Leyendo el inspirador editorial de Ajedreznd, uno se plantea cómo es posible que importantes títulos ajedrecísticos acaben desempatándose por el lanzamiento de una moneda. El editorial, muy preocupado por la inclusión del ajedrez como deporte y su reconocimiento por el COI, argumenta que utilizar el azar en el desempate es quitarle al ajedrez aquello que hace de él un juego diferente y "más serio" que los juegos de naipes o dados.
El elemento azaroso es visto, entonces, como un elemento negativo en el ajedrez. Pensemos en ello. El ajedrez es fundamentalmente un juego con una posición invariable de salida y un reglamento que, aunque muy rico en posibilidades, no deja de ser un espacio cerrado de posibilidades. Lo que ocurre es que las dimensiones del entramado de variantes son de tal magnitud que nos engaña y parecen infinitas. Digamos que no hay azar ya que es muy probable que exista una receta mágica para ganar siempre la partida aunque dicha receta es tan compleja que nadie la conoce, aunque esté ahí.
¿Son de la misma naturaleza los deportes "normales"? Pues me temo mucho que no. La realidad,como ya demostró Zenón, es infinitamente divisible. Un campo de futbol no está formado por un número limitado de casillas y movimientos legales. Al contrario, el terreno de juego puede subdividirse hasta el delirio: el área, la brizna de hierba, el átomo, el quark... Y mira por dónde, resulta que la física subatómica apuesta por la indeterminación, o sea, el azar. Incluso a nivel evolutivo y darwiniano se habla de azar en las mutaciones genéticas. La naturaleza es, según nuesta sacrosanta ciencia, azarosa en su médula. Otra cosa es que nosotros busquemos modelos matemáticos, patrones repetitivos que nos permitan autoengañarnos y hacer predicciones e inferencias causales.
El tablero de ajedrez es de otra índole. No importa tanto la precisión con que coloquemos una pieza en el centro de la casilla o la rapidez con que juguemos nuestros movimientos. En el fondo, se trata de jugar bien y darle mate al otro, de sostenerse con mejor acierto en el entramado de variantes que pululan virtualmente sobre la posición del tablero. ¿Quiere decir eso que no hay azar en el ajedrez? Por supuesto que no. Los GM's se quedan dormidos y llegan tarde a sus partidas, a la gente le resbala una pieza de las manos o un ruido en la sala interrumpe su logaritmo de cálculo. Claro que hay azar, y también lo hay en todos los deportes: la gimnasta que resbala por una gota de sudor mal secada en la barra gimnástica, la pelota que golpea la red en un partido de tenis, el viento variable que desvía una pelota...
Por tanto, el azar existe en el ajedrez como deporte, como competición. Otra cosa es si nos referimos al juego de mesa, al ajedrez etéreo que puebla nuestras cabezas. Esa ya es otra historia -una historia matemática y combinatoria- que nada tiene que ver con el deporte. Todo deporte es, por su esencia material, azaroso.
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