Kasparov ha vuelto a protagonizar un episodio de reivindicación reprimida en la Rusia de Putin, ese remanso de paz democrática. Tenéis el episodio muy comentado y fotografiado en chessbase. Más allá de penes voladores y histrionismos, Kasparov sigue empeñado en enfrentarse al omnipotente Putin, antiguo jefe del KGB y que ahora alterna cargos -que no poder- con su socio Medvedev.
En defensa de Kasparov podemos decir que no ha tomado el camino fácil, que hubiera sido contar batallitas en el mundillo del ajedrez e irse apagando lentamente en el tablero. Como es mediático, ha puesto sus detenciones y actuaciones al servicio de una causa que él considera justa. Valor no le falta.
Esperemos que, de tanto acercarse al fuego, no acabe quemándose. Y si no, que se lo digan a las punkis de Pussy Riot.
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