El escritor, pensador y aficionado al ajedrez Stefan Zweig (1881-1942), muy conocido por su novela Novela de ajedrez (1941) en la que retrata sus obsesiones en torno al ajedrez y el crudo panorama que ofrecía el imperialismo nazi abandonó antes de tiempo. En ajedrez a veces ocurre eso; examinamos la posición de la partida y abandonamos, creyéndonos perdidos, y luego resulta que teníamos alguna jugada salvadora. Pues eso le ocurrió a Zweig...
Austríaco de nacimiento, su familia era judía y, por lo tanto, fue declarado no ario por la Alemania nazi y sus obras se prohibieron en Alemania. Tuvo que exiliarse, primero en Europa y luego en América, concretamente en Brasil.
Convencido de que los nazis acabarían imponiendo su totalitarismo en el mundo entero, Sweig y su segunda esposa se suicidaron el 22 de febrero de 1942 tras la caída de Singapur.
Escribió: "Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra."
6 comentarios:
Zweig era un hombre atormentado y no es de extrañar: intelectual refinado, en un mundo como el vienés, donde hasta entonces la exquisitez y la elegancia estaban en el orden del día, llegaron los bárbaros y se sintió perdido...
La cuestión de fondo: "morir de pie", etc. es un error existencial. Lo decía la Pasionaria: "Más vale morir de pie que vivir de rodillas." Muchos años después, Eduardo Haro Tecglen, magnífico intelectual y periodista, la corrigió: "Más vale vivir de rodillas que morir de pie." No hay lugar ya para los idealismos excesivos...
Gracias Antonio por tu aportación. Efectivamente, cuesta imaginar que algo merezca más que continuar viviendo...
Vivir puede no ser maravilloso (y en muchos casos, hasta dramático), pero ya lo dicen las compañías de seguros (que de eso entienden un rato): no hay bien más valioso que la propia vida...
Desde la perspectiva de nuestro mundo parece fácil opinar sobre sucesos acaecidos hace bastantes años. A guisa de ejemplo, la última encuesta realizada en Francia indica que una mayoría de la población se muestra contraria a la ejecución de Luis XVI en 1793. Y, en la Rusia actual, la Iglesia ortodoxa se plantea canonizar al último zar, Nicolas II.
Más allá de mi profunda predilección por Robespierre y Vladimir Ilich, en relación a los personajes citados, creo que hay tener mucho cuidado al hacer según que valoraciones.
Podríamos concluir que Walter Benjamín o Salvador Allende, entre otros, abandonaron antes de tiempo.
Respecto a Stefan Zweig y su final resulta muy ilustrativa su obra "El mundo de ayer. Memorias de un europeo" (Barcelona 2001. El Acantilado), finalizada apenas seis meses antes de ese final. Su lectura puede ayudar a comprender muchos aspectos de una decisión tan controvertida.
Seguiremos opinando.
Gracias por tu aporte, sastre, tomaré nota de la obra.
Saludos a Luis Candelas.
Esas encuestas de que hablas, no sólo revelan que los franceses son contrarios actualmente a la ejecución de Luis XVI, sino que la mayoría incluso se confiesan partidarios de restaurar la monarquía. En cuanto a los rusos, lo de menos parece que la iglesia quiera canonizar a un tirano como Nicolás II, sino que también ellos se manifiestan, en los últimos años, a favor de los zares (incluido Spassky). Los giros de este tipo son tan viejos como la historia. La pregunta es ¿qué tiene eso que ver con Stefan Zweig?
En cuanto a Allende, tal vez no pronto, sino demasiado tarde: esos heroísmos inútiles, la verdad, son admirables, pero quijotescos.. Benjamin, en cambio, se vio acorralado, ahí sí que todo parece estar claro.
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