Esta película de 1968 dirigida por Norman Jewison e interpretada por Steve McQueen y Faye Danaway narra la historia deThomas Crown (McQueen), un adinerado millonario de Boston que se aburre de la vida que lleva. Para escapar de la rutina, Crown prepara un golpe perfecto: robar un banco para luego luego escaparse a Brasil. Para ello reúne a un grupo de especialistas, deposita tres millones de dólares en un banco suizo, y consigue perpetrar el robo sin dejar rastro alguno. Una investigadora de una compañía de seguros (Dunaway) se ocupará de investigar el caso...
Hay una escena en la que ambos tontean mientras juegan una partida de ajedrez que, en pantalla, dura unos ocho minutos. En ella se dice:
CROWN: -¿Sabe jugar?
VICKY: -Póngame a prueba.
Ejecutan varias jugadas. Intercambian miradas y sonrisas largo tiempo. Crown intenta concentrarse pero Vicky deja entrever sutilmente sus encantos y acaba por desconcentrarle.
VICKY: -Jaque.
Crown se levanta nervioso y observa el tablero. Se acerca a Vicky y, de repente, la coge con fuerza por el brazo.
CROWN: -Juguemos a otra cosa.
VICKY: -Póngame a prueba.
Ejecutan varias jugadas. Intercambian miradas y sonrisas largo tiempo. Crown intenta concentrarse pero Vicky deja entrever sutilmente sus encantos y acaba por desconcentrarle.
VICKY: -Jaque.
Crown se levanta nervioso y observa el tablero. Se acerca a Vicky y, de repente, la coge con fuerza por el brazo.
CROWN: -Juguemos a otra cosa.
Crown la besa apasionadamente y ella consiente.
Podéis contemplar la escena "ajedrecística" (en inglés) aquí. No sé vosotros, pero a mi, estas cosas nunca me pasan en los torneos...
6 comentarios:
Bueno, en el mismo sentido el último vídeo de los Manic Street Preachers:
http://www.youtube.com/watch?v=hRacII5WXpk&feature=related
pero no demos ideas que todavía se reglamentará para promocionar el ajedrez en los medios
Interesante...
Desde luego, amigo Catulo, si estas cosas pasasen en torneos (o fuera de ellos) seríamos jugadores "de cine". Un blog muy activo y estimulante el tuyo.
Saludos,
Antonio
Saludos, Antonio, se hace lo que se puede...
Algún descerebrado te obligaría a jugar hasta el movimiento número cuarenta para pactar tablas. Ante determinadas propuestas, o se incumple el reglamento o a uno no le importa abandonar, y no precisamente por haber perdido la dama.
Faye Danaway, en esos años, podía hacer perder la cabeza, y no digamos una partida, a cualquier jugador, excepto los de silicio.
Lo bueno de estos cambios de reglamento, Sastre, es que reglamentariamente te verías obligado a estrecharle la mano.
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