Esta obra de Arturo Ricci (1854-1919), llamada "El ajedrez en el periodo rococó", muestra lo que el ajedrez ha sido durante siglos. Un juego de mesa, un divertimento social, que practicaban las clases privilegiadas en sus numerosos ratos de ocio. En esencia, es un juego militar, monárquico, en el que se ejerce de general sacrificando todas las piezas menos el monarca, pieza central del juego que nuestros rivales persiguen sin tregua pero que, al mismo tiempo, nunca llegan a capturar pues la partida siempre concluye cuando el rey perdedor está cercado. Se apresa al rey pero jamás se le ejecuta ni decapita. Supongo que habíais pensado en ello...
No deja de ser irónico que el juego monárquico por excelencia se haya convertido en un icono del socialismo del siglo XX -ruso, cubano...- y es que, aunque su apariencia sea tan aristocrática y nos enseñe que cada pieza tiene un valor distinto, el ajedrez ha demostrado ser un juego muy igualitarista. Es económico -no hay que mantener un caballo como en el polo...- y, hay que reconocerlo, con un tablero por delante en el fondo todos somos iguales: blancos y negros, ricos y pobres, hombres y mujeres, viejos y niños... Curioso el giro que ha dado el ajedrez, ¿no?
1 comentario:
Yo creo que es monárquico cuando defiendes pero muy republicano cuando atacas.
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