A propuesta de Molaneitor, trato un tema de candente actualidad...
Todo empezó con una bonita sintonía de móvil. Los jugadores apartaron por un momento sus cavilaciones, sus combinaciones de piezas, y se miraron asombrados. ¿Sería otra vez Ponomariov, que ya perdió una vez porque un amigo suyo le llamó para felicitarle el cumpleaños? Alguien debió reclamar -quien sabe si sería uno del Arenyenc, que últimamente lo reclaman todo-. El árbitro escudriñó la sala a lo Sherlock Holmes y por fin encontró un teléfono sonante en la chaqueta de un jugador. ¡Culpable! El árbitro le señaló como responsable y, sentenciando, le anotó un cero...
¡Ah! Pero resulta que ése no era su móbil -porque tenía otro allí mismo y nadie va con dos móviles por el mundo-. Resulta que el jugador implicado jugaba con un francés y, qué casualidad, le sonó un móvil francés en su chaqueta no francesa. Alguien le había colocado un móvil para que sonara y perdiera con el galo...
Finalmente se supo que el móvil pertenecía a un "amigo" del jugador francés pero no se amonestó al jugador de Francia porque no se pudo aclarar si la broma era con su consentimiento o no. Todos perdonados y el reglamento ridiculizado.
En cualquier caso, es evidente que se ha rizado el rizo y tenemos aquí otra evidencia de lo absurdo de ciertas normas de la FIDE. Para profesionales puede que esté bien -para que no se ofenda Samaranch- pero para aficionados vuelve a ser otro retoque ridículo del reglamento. Te endosan un móvil, suena y pierdes...
Ya que la FIDE se ha propuesto cambiarlo todo, quizá tendremos que dejar los móviles en una consigna o, MEJOR aún, jugar desnudos y así nadie tendrá donde esconder sus celulares. Bueno, nadie excepto ciertas rumanas que, según una leyenda urbana, escondían los móviles robados en su oscura y selvática entrepierna...
Todo empezó con una bonita sintonía de móvil. Los jugadores apartaron por un momento sus cavilaciones, sus combinaciones de piezas, y se miraron asombrados. ¿Sería otra vez Ponomariov, que ya perdió una vez porque un amigo suyo le llamó para felicitarle el cumpleaños? Alguien debió reclamar -quien sabe si sería uno del Arenyenc, que últimamente lo reclaman todo-. El árbitro escudriñó la sala a lo Sherlock Holmes y por fin encontró un teléfono sonante en la chaqueta de un jugador. ¡Culpable! El árbitro le señaló como responsable y, sentenciando, le anotó un cero...
¡Ah! Pero resulta que ése no era su móbil -porque tenía otro allí mismo y nadie va con dos móviles por el mundo-. Resulta que el jugador implicado jugaba con un francés y, qué casualidad, le sonó un móvil francés en su chaqueta no francesa. Alguien le había colocado un móvil para que sonara y perdiera con el galo...
Finalmente se supo que el móvil pertenecía a un "amigo" del jugador francés pero no se amonestó al jugador de Francia porque no se pudo aclarar si la broma era con su consentimiento o no. Todos perdonados y el reglamento ridiculizado.
En cualquier caso, es evidente que se ha rizado el rizo y tenemos aquí otra evidencia de lo absurdo de ciertas normas de la FIDE. Para profesionales puede que esté bien -para que no se ofenda Samaranch- pero para aficionados vuelve a ser otro retoque ridículo del reglamento. Te endosan un móvil, suena y pierdes...
Ya que la FIDE se ha propuesto cambiarlo todo, quizá tendremos que dejar los móviles en una consigna o, MEJOR aún, jugar desnudos y así nadie tendrá donde esconder sus celulares. Bueno, nadie excepto ciertas rumanas que, según una leyenda urbana, escondían los móviles robados en su oscura y selvática entrepierna...
2 comentarios:
Los hombres también tienen oscuros y selvaticos agujeros donde esconder su estupidez.
Ciertamente, tidida.
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