Hoy daban por la tele el típico programa que resume lo mejor en cuanto a deportes de todo el año. Me diréis: -No dijeron nada de ajedrez. ¡Pues no! Sí que hablaron de ajedrez pero brevemente, como de costumbre, para recordar que en 2008 murió el incomprendido Bobby Fischer. Por supuesto, no se hablo de que este año hubo mundial y ganó el indio Anand.
Si que hablaron de otros deportes de interés mundial, como el lanzamiento de atún, el campeonato mundial de bigotes o, mejor aún, el wrestling cholitas, una especie de lucha libre femenina que triunfa en Bolivia con luchadoras vestidas al estilo hortera tradicional, con falda indígena y trenzas indias a lo Pocahontas. Os he incluido alguna imagen pero creedme que en video es todavía más espectacular.
Total, que de ajedrez se habla poco y siempre evocando esa época dorada de la guerra fría en la que el ajedrez era un duelo de civilizaciones. Y es que en esos tiempos el ajedrez no era un deporte, era una especie de boxeo mental, una casi ciencia que servía para demostrar si era mejor el capitalismo o el socialismo.
Y es que los deportes con dos tipos sentados ante una mesa y moviendo fichas no venden en absoluto. El ajedrez no puede ser deporte. Es más, no debe ser deporte. Debemos venderlo como otra cosa, recubrirlo con esa tradicional areola de superioridad intelectual que, según los profanos, nos envuelve a todos los ajedrecistas. Como si mover piezas nos hiciera más inteligentes, al más puro estilo de los villanos trazaplanes malignos de Bond.
Necesitamos otra guerra fría. Que algún país o civilización -esta Rusia que vuelve por sus fueros o alguna república islamista con inquietudes nucleares- traten de vencer al capitalismo a base de jaques y no de obuses.
Mientras, limitémonos a gozar con esas cholitas bolivianas. Maravillémonos con sus acrobáticos saltos, sus puñetazos y sus estiradas de moño.
1 comentario:
Pus vamos apañados
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