En mis años mozos fui jugador de rol. De hecho, algunos de mis compañeros de hobby eran también aficionados al ajedrez y hoy en día todavía ejercen de árbitros o directores deportivos en ciertos clubes de ajedrez.
Ambas actividades -rol y ajedrez- suelen atraer al mismo tipo de personas. Gente a la que le guste pensar y que no se asuste fácilmente ante un reglamento complejo. Ambos juegos son practicados por una inmensa minoría de personas en todo el mundo y, en cierto sentido, tienden a una especialización sorprendente y hasta enfermiza a ojos del profano. La mirada que he visto en alguien al ojear mis libros de rol no dista mucho de la cara que pone una persona cuando abre un libro de aperturas de Pachman.
Lo curioso es la fama dispar que han ido adquiriendo ambos juegos. El juego de rol es considerado como una fábrica de locos mientras que el ajedrez alterna esta visión con la de pasatiempo para genios.
El juego de rol nace como tratamiento psiquiátrico, de la mano de pensadores como José Luis Moreno, un psicoanalista discípulo de Freud.
Freud sostenía que todo el material nocivo que pudiera acumularse en el inconsciente de un sujeto podía liberarse en el momento en el que, mediante una tranferencia, el paciente se atreviera a compartir con su médico aquello que le atormentaba. Por poner una comparación muy desagradable, sería como el alivio que experimenta alguien cuando revienta un grano de pus y deja de dolerle al salir al exterior. Freud trataba de que el paciente reviviera aquellas experiencias que lo tenían acomplejado o atormentado. Moreno defendía algo parecido pero fue el primero que propuso teatralizar, en lugar de dialogar, aquellas circunstancias que traumatizaban al paciente. Así, el terapeuta situaba al paciente en una ficción controlada que pretendía acostumbrarlo o encararlo con sus temores y problemas. Sería como si a alguien que teme a las arañas se le hiciera actuar como si tuviera una araña delante, para acostumbrarlo a la situación y vencerla por habituación. El rol, llamado por aquel entonces psicodrama, nació entonces para combatir las enfermedades mentales, no para generarlas.
Lo curioso es que el juego de rol, entendido como ficción compartida, revivió en los años 70 como pasatiempo lúdico, no médico. Fue Dungeons & Dragons. Una persona ejercía de director de juego (máster o guardián) y era quien de algún modo dirigía la historia (como antaño el médico) y el mundo en el que se desarrolla la acción. Los jugadores interpretarían dentro de ese mundo un rol, un papel, como el de guerrero enano, aprendiz jedi o el de investigador privado. Sería algo así como hacer de actor, pero sin guión y atendiendo a las descripciones de situación que fuera haciendo el director de juego a modo de guionista. Por poner un ejemplo, un director de juego podría situarnos en el interior de una celda (ficticia) y nosotros en calidad de personajes jugadores seríamos los presos que, interpretando su papel (el chivato, el mafioso, el sicario...), elegiríamos qué hacemos en cada situación. Los carceleros y el resto de presos serían controlados también por el director de juego.
El éxito que ha tenido el rol estriba en el hecho de que las posibilidades son infinitas. En la celda yo puedo gritar, tramar un plan de fuga, intentar golpear a alguien, cacarear... Luego la gente de mi alrededor (los presos, los guardias...) actuará en consecuencia y el éxito o el fracaso de mis acciones será una mezcla de aptitudes naturales del personaje (si es fuerte, bajo, guapo...), sus habilidades (una corista bailará con facilidad pero apenas sabrá manejar una metralleta) y el azar, que se recoge con el uso de dados durante el juego.
El juego, de manera similar a la vida, no tiene otro final que la muerte así que, mientras el personaje siga vivo, puede haber partida. Por ejemplo, si a alguien le contratan para matar a un dragón y lo consigue, recibirá un premio por ello, podrá ir a comprar con ese dinero, aceptar nuevas misiones... Las partidas, como en ajedrez, suelen durar muchas horas y es frecuente acabar dedicándole una o dos tardes por semana a este hobby. Es un juego de imaginación compartida donde todo puede pasar.
El problema estuvo en que un par de casos aislados (enfermos mentales que confundieron la ficción con la realidad) acabaron matando a personas como si de un juego de rol se tratase. Pero con sinceridad, es como si prohibieran los comics de Superman porque un loco se vistió de azul y saltó por la ventana. Cualquier persona normal, cuando acaba su partida de rol, aparca al personaje y prosigue con su vida cotidiana sin problema alguno. Como el 99,9% de los actores, que no enloquecen creyéndose sus personajes. Así, por ejemplo, yo era Ándrax, un mago elfo y ciego.
El rol no se prohibió, porque eso era absurdo, pero sí que quedó en el imaginario colectivo como un juego potencialmente peligroso para jóvenes de mente manipulable. Curiosamente, el ajedrez ha sido muchas veces una auténtica fábrica de locos con campeones mundiales que retaban a Dios, grandes maestros que subían desnudos a un autobús... pero la masa lo percibe como un pasatiempo de genios y los que han pretendido prohibir o criticar el ajedrez son en el fondo una minoría que a lo sumo dirán del ajedrez que es aburrido. Si cuentas que juegas al ajedrez te verán como alguien introvertido, endogámico y... inteligente, aunque eso no sea necesariamente así.
¿Donde estuvo la diferencia? Pues sinceramente, creo que en el factor intergeneracional. El ajedrez lleva muchos siglos aposentado en el imaginario colectivo y todo el mundo sabe más o menos de qué se trata: un juego de mesa muy complicado y al que algunas personas dedican tiempo como si de sudokus se tratara. En cambio, el rol apareció en occidente hace relativamente poco y los psicólogos que juzgaban negativamente los juegos de rol por TV hablaban de oídas y jamás habían asistido a una partida de rol.
Si no lo habéis probado nunca, os lo recomiendo. Una vez se prueba, suele gustar ya que imaginar es algo muy gratificante. Inconveniente: requiere tiempo y un grupo de amigos dispuestos a jugar con regularidad.
3 comentarios:
Yo no se en el rol, de lo que si me he dado cuenta es que en ajedrez hay un alto número de personas zurdas, fíjate en el club, no se si está estudiado este tema o sólo me lo parece a mí.
Un abrazo tío que no hay quien te vea.
Disculpa, me he quedado en la frase que dice "de la mano de pensadores como José Luis Moreno". Espero que lo entiendas.
Andrés, habrá que investigar el tema de los zurdos... Todo podría ser. Se supone que el hemisferio derecho es el de la creatividad, la imaginación... Quizá haya un factor. El caso es que antes se reprimía mucho a los zurdos y ahora no. Por eso quizá da la sensación de haber muchos zurdos.
David, ya sé que parece el ventríloquo, pero el nombre es verídico, jajaja.
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