Seguro que muchos de vosotros habéis visto alguna vez la tenebrosa y apocalíptica película de Ingmar Bergman, El Séptimo Sello. En mi caso, descubrí esta joya del cine ajedrecístico un viernes de madrugada cuando volvía de jugar el Social del Colón y la daban por la tele en la 2. Ya conocía de oídas el film y me picó la curiosidad así que, completamente desvelado, me tragué la película entera, subtitulada del sueco y en blanco y negro.
El film narra el regreso del caballero Antonius Block y su escudero, procedentes de las cruzadas en tierra santa. Toda Europa se halla azotada por la peste y un miedo atávico se ha apoderado de toda la población, que teme la posible llegada del fin del mundo. El caballero, sumido en una grave crisis existencial -pues busca a Dios pero no lo encuentra-, pronto es reclamado por la Muerte, que viene a llevárselo, pero el caballero logra convencerla para que disputen una última partida de ajedrez en la que estará en juego su propia vida. No desvelaré aquí el desenlace de tan terrible historia -pues no quiero aguaros la fiesta- pero os la recomiendo encarecidamente por lo ingenioso de sus diálogos -a menudo teñidos de un sutil humor negro- y la trascendencia filosófica que rodea a toda la historia.
Bergman sacó la idea para este film de las muchas imágenes de frescos medievales que había contemplado, siendo niño, cuando acompañaba a su padre a la iglesia. El terror que transmiten -ese omnipresente temor de Dios- quedó fijado en la retina del joven Bergman cuando contempló una pintura en la que aparecía la Muerte jugando una partida de ajedrez con un caballero. Esta escalofriante imagen se halla en la iglesia de Täby.
La pequeña iglesia de Täby, población a unos quince kilómetros al norte de Estocolmo, tiene muchas cosas interesantes. Además de reconocerse su planta original del s. XIII, tiene un espléndido tríptico del s. XV y un púlpito del s. XVII, regalo del rey Carlos XI. Pero el caso es que también tiene 66 pinturas murales del s. XV, sobre todo con temas del Antiguo Testamento, obra del famoso Albertus Pictor, Alberto el Pintor. Una de esas pinturas, envuelta en la penumbra, es sólo visible al subir hacia el coro por una empinada escalera de madera y mirar hacia arriba sobre la pared de la derecha. Representa a la muerte jugando al ajedrez con un caballero. De esta pintura, que Ingmar Bergman conocía muy bien, nació la inspiración que en su momento le llevó a hacer El Séptimo Sello.
Alguna vez hemos comentado Ricard Llerins y yo la posibilidad de programar un ciclo de películas dedicadas al ajedrez. Una buena excusa podría ser la celebración del 35 aniversario del Club d'Escacs Sant Martí. ¿Qué os parece la idea?
3 comentarios:
¡Pero el bueno de esa película es Plog, el herrero!
Por cierto, con lo del ciclo de películas lo que hacéis es resucitar un antiguo proyecto que se quería llevar adelante con el Colectivo Lumière (creo). Recuerdo que incluso se consiguió convencer a Aranda para que coordinara una pequeña charla sobre las películas. En Cuentos de ajedrez, alrededor de un tablero (libro que diría que está en el club) escribí una pequeña reseñilla de films relacionados con el ajedrez: podría resultaros útil si se lleva adelante el proyecto. A mí me parece una buena idea.
Tomo nota. Por cierto, felicidades por la victoria del Júpiter.
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