Durante estos días estamos inmersos en la vorágine deportiva de los Juegos Olímpicos de Londres. Personalmente, me complace bastante el concepto por varios motivos:
a) Es una reminiscencia de nuestra herencia clásica en la que se exprime el concepto griego de agón, o sea, la lucha entre iguales.
b) Es un escaparate para todos aquellos deportes minoritarios que habitualmente quedan eclipsados por el fútbol y cuatro deportes más.
Pasando al ajedrez, ha habido diversos intentos de incorporar el ajedrez a los Juego Olímpicos pero, pese a diversos gestos de buena voluntad y algún que otro saque de honor de Samaranch, el ajedrez sigue siendo un ¿deporte? no olímpico. Yo había leído que esto se debía a que había una fragmentación del título mundial, iniciada por el ogro de Bakú. Nada más lejos de la realidad; el problema es que este juego que se practica desde hace siglos y en todos los continentes apenas tiene actividad física y eso para muchos es su principal impedimento. Si dejaran entrar el ajedrez éste actuaría como un caballo de Troya en el que vete a saber qué más sería deporte (póker, billar, tute...).
El mundo del ajedrez está muy interesado en que se lo considere deporte ya que los ajedrecistas profesionales se ven (o pretenden que les veamos) como deportistas. Además, los deportes tienen un importante tiempo televisivo y caen subvenciones que darían de comer a más de uno. El problema es que aunque el ajedrez consta de federación y en sus aspectos organizativos es igualito a un deporte sigue siendo practicado por personas sentadas en una silla, muchas de ellas en un estado físico deplorable, y eso repercute negativamente en esa vieja reclamación. Para la gran masa social, que incluye a muchas de las personas que tienen que decidir sobre el tema, el ajedrez es un juego de mesa en el que no hay dados.
Supongamos que, por un momento, el ajedrez llegase a ser deporte olímpico. En ese supuesto, creo que fácilmente podrian otorgarse 12 medallas en función de tres variables: género, individual o por equipos y ritmo (tradicional, activo y blitz). Así tendríamos tres ritmos de juego, en individual o por equipos, y eso hace 6 medallas pero distinguiendo entre hombres y mujeres, como sucede en todos los otros deportes olímpicos -incluso en tiro, será que el dedo femenino es diferente al masculino-, entonces serían 12. Un ajedrecista podríoa llegar a ganar 6, que no está nada mal y no es un abuso si lo comparamos con las ridículas especialidades de natación, atletismo... que hacen posible que un deporte como es nadar, acabe ofertando veinte millones de medallas distintas.
Alguien aducirá que el ajedrez no es olímpico porque ya hay muchos juegos y no quieren engordar el coste. Pues bien, qué coste puede tener organizar un open. Un coste ridículo, sin duda. Y más cuando las medallas de oro, que ahora son de plata bañada en oro, cuestan unos 800 euros cada una.
2 comentarios:
Efectivamente, ha habido muchas tentativas por incorporar "oficialmente" el ajedrez a los Juegos Olímpicos, incluso (como somos parientes pobres) tratando de meterlo, con calzador, en los Juegos Olímpicos "de invierno"... La idea parece ser, es que de ese modo el ajedrez se relanzaría o tendría una mayor dimensión social... Bueno, todos lo hemos creído más o menos así, pero entonces yo leí una opinión muy interesante: ¿es que estamos interesados en que al ajedrez se nos reste nuestra independencia, nuestra condición de deporte/juego o lo que sea, único? Y yo tiendo a alinearme con esta postura. Mientras pueda mantenerse en pie la organización de Olimpiadas ajedrecísticas (en las que el ajedrez es protagonista absoluto) para qué habríamos de meternos en la vorágine de los deportes masivos y "espectaculares"?
España se sumó al euro y mira cómo le ha ido... Quizá en solitario le vaya bien al ajedrez, de hecho, no podemos afirmar que le vaya mal ya que el número de jugadores federados crece cada año y, sin tener datos objetivos, me da la sensación que tiene una presencia mayor en las escuelas.
Para mi el problema reside en catalograrlo como deporte. Como arte o juego ciencia creo que siempre ha tenido una presencia más notoria entre el gran público.
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